Llegamos a ese momento tan esperado del año. Como cada diciembre, el equipo de Indie Hoy hizo su selección de los discos que nos acompañaron durante los últimos 12 meses y que, cada uno a su manera, definieron el sonido del 2021.
Incluso cuando el formato del single y las playlists algorítmicas parezcan guiar a la industria musical, estos 50 discos revitalizan la importancia del formato del álbum para desarrollar una visión en su propio tiempo y bajo sus propias reglas. Por el tiempo que dura un disco, estos artistas expresaron la libertad de crear mundos, contar historias y encontrar una trascendencia tan necesaria en tiempos marcados por la incertidumbre y lo efímero.
50. The Killers – Pressure Machine
Island Records
Tan nítida como en una fotografía antigua que aún cubierta de polvo retrotrae con magnetismo emocional los vestigios del ayer, la nostalgia persevera en Pressure Machine, el disco más introspectivo y entrañable de The Killers. En vísperas de que Imploding the Mirage (2020) cumpla un año estancado en aquella nebulosa que lo desahució a pasar desapercibido sin pena ni gloria, los integrantes compensaron a sus seguidores con un sucesor sobresaliente y desarraigado a sus raíces musicales. Brandon Flowers procuró plasmar un retrato vespertino de su infancia y adolescencia, mientras los recuerdos se difuminan en cada verso de las once canciones que construyen la elegía de un viaje acrisolado a Nephi, la pequeña ciudad de Utah donde se crió. – Juampa Barbero
49. Bobby Gillespie & Jehnny Beth – Utopian Ashes
Third Man Records
Bobby Gillespie y Jehnny Beth salieron de sus zonas de confort con un disco conceptual y emotivo. En Utopian Ashes, el líder de Primal Scream y la frontwoman de Savages hicieron catarsis de sus respectivas decepciones e imaginan el final de un matrimonio que parecía a prueba de balas. Se pueden percibir tintes del blues, soul y country en casi todo el álbum, especialmente en canciones como “Chase It Down”, “English Town” y “Remember We Were Lovers”. También es inevitable tener reminiscencias de juglares como Leonard Cohen y Nick Cave, ya que la mayoría de sus composiciones se erigen con elegantes letras que narran la soledad y el desencanto que puede acarrear una relación longeva. Pero el elemento crucial de esta oda a la nostalgia es el borrascoso despliegue vocal de Beth, que marida a la perfección con el estilo mesurado de Gillespie. – Laura Camargo
48. Renata di Croce – El cuerpo de la nueva era
Gema Discos
Nada más placentero que frenar un rato, cerrar los ojos y levitar entre ensoñaciones. Renata Di Croce le hizo frente a la posmodernidad con un ecosistema sonoro en el que se difuminan un conjunto de microclimas. La frescura y la melancolía son dos caras de la misma moneda en El cuerpo de la nueva era, su cálido y reluciente álbum debut. La intimidad sustancial del dream pop le permitió a la artista originaria de La Plata profundizar a modo de catarsis en el enigma insondable del ser mediante una poética sensible, fluvial y reveladora. Mientras que los pulsos electrónicos del house se encargan de desdibujar su fragilidad emocional en canciones que estimulan el movimiento corporal desde “Lo que baila y encuentra” hasta el remix final de “Lucía”, pasando por “Rosa”, “Deseo” y “Como el mar”. Producido por Marte Attacks y realizado codo a codo junto a Iñake, El cuerpo de la nueva era difumina el horizonte entre lo personal y lo político para magnetizar nuestra atención con una analogía del sortilegio que entraña el canto de las sirenas en una odisea irisada. – Juampa Barbero
47. Malena Villa – Ni tan bien / Ni tan mal
TDA / Buena
En su EP doble, la cantante y actriz Malena Villa explora las virtudes y las dificultades de la compañía y de la soledad buscando un equilibrio entre ambas fuerzas. Ni tan mal / Ni tan bien es un reconocimiento a la complejidad de los vínculos humanos, un trabajo menos pop que su antecesor pero con una búsqueda conceptual más profunda. En su primera parte, Villa se acompaña de otros artistas para cada una de las canciones, donde además juega con nuevos estilos. A la segunda, en cambio, decide hacerla en soledad, dándole un ambiente más íntimo y declarativo. – Lucas Santomero
46. Fermín – Orden y progreso
Independiente
Además de ser una de las manos detrás del excelente disco de Dillom, Fermín Ugarte tenía otra deuda pendiente este año: sacar su disco debut como solista tras la disolución de su banda Tobny Houston. Los exitosos adelantos “Luz y fuerza”, “Polideportivo” y “Terremoto” generaron expectativas para lo que esta joven mente maestra del pop cancionero era capaz de producir, y el resultado no decepcionó. Orden y progreso es una fotografía del momento de transición entre la adolescencia y la adultez, un álbum que homenajea en su sincericidio pop y cuidado artesanal de sus melodías al sonido de influyentes artistas de las décadas pasadas como LCD Soundsystem y The Strokes.
Como señala el arte de tapa, el músico oriundo de Chascomús se encuentra con que la vida no siempre es de color rosa. A lo largo del disco, Fermín declara la muerte del romanticismo, pide ser cancelado y rechaza la presión de volverse un ejemplo a seguir. Muchas de sus canciones también parecen haberse escrito en el ojo del huracán de una separación amorosa, con todos sus dolores y reclamos no exentos de enseñanzas. Pero incluso en sus momentos más pesimistas, Fermín encuentra su “luz y fuerza” en grandes canciones que se sienten como el consejo sabio de un amigo que llega en el momento más necesitado. – Eric Olsen
45. St. Vincent – Daddy’s Home
Loma Vista Recordings
Con Daddy’s Home, su sexto trabajo de estudio en solitario, Annie Clark ha perdido el control, o al menos lo ha cedido en parte. Los momentos de libertad que solían estar espaciados en el catálogo de St. Vincent, reservados más que nada para arriba del escenario (el outro de “Prince Johnny”, la sublimación desbordada de “Your Lips Are Red”), son ahora el eje fundante de la escucha. La angularidad rígida fue sustituida por un proceder más fluido que, no obstante su languidez, jamás va en desmedro de una visión (este LP no es, digamos, una improvisación empaquetada y carente de intención). En palabras de Clark, se trata simplemente de “gente que es buena tocando música, tocando música”. – Bartolomé Armentano
44. Isla de Caras – Una caricia
Independiente
El suave pop psicodélico de Isla de Caras alcanzó un pico creativo en Una caricia, su segundo disco. Ya el comienzo del álbum con la canción que lo titula y su continuación lógica llamada “Partenaire” están entre lo mejor del repertorio del proyecto liderado por Lautaro Cura. Con numerosas voces femeninas invitadas (Rosario Ortega, Delfina Campos, Vanessa Zamora, Clara Cava), el sucesor de Chango funciona casi como una unidad sonora en la que el cuarteto despliega su arsenal de guitarras sutiles, sintetizadores espaciales, baterías electrónicas, bajos hipnóticos y flautas al servicio de pequeñas grageas de pop sentimental y agridulce. – Diego Valente
43. Conociendo Rusia – La dirección
Popart Discos
En su tercer álbum, Mateo Sujatovich despliega un sonido bastante accesible a cualquier público. Resulta llamativo que siga apostando a un diseño musical más cercano al de una banda en vivo que se alimenta primordialmente de guitarras al frente, bajos de líneas constantes y baterías ligeras, prescindiendo totalmente de los sonidos digitalizados tan en auge en esta época. Pero el coqueteo con la canción rock nacional clásica aún así no lo retiene de sonar renovado y fresco al mismo tiempo. A diferencia de sus anteriores dos álbumes, La dirección cuenta con ricos arreglos de orquesta que profundizan más la impronta del disco, y es entonces cuando el protagonismo se reparte, al punto de tener canciones con solos y arreglos de guitarras punzantes, melódicos pasajes instrumentales con el piano siempre como eje, y la voz de Mateo que se desenvuelve cada vez más, tornándose audaz y nostálgica erigiendo al disco a una especie de carta íntima hacia los amigos, la familia y los amores. – Ariel Duarte
42. Jazmín Esquivel – Medianoche radio club
Discobabydiscos
En su segundo álbum, Jazmín Esquivel propone una caminata nocturna por las oscuridades de una ciudad vacía y por las sombras que revela la introspección. La artista argentina transita por las altas horas de la madrugada con un pie en el rock de guitarras que caracterizó sus comienzos y otro pie en la experimentación digital de beats esqueléticos y sintetizadores lúgubres. En este viaje al fin de la noche, Esquivel camina sobre el borde de las emociones para encontrar misterio y seducción en partes iguales. Sin quitar el foco del talento de Esquivel como compositora, la producción en conjunto con Diego Acosta se encarga de crear armoniosas atmósferas que hacen de Medianoche radio club un relato atrapante de principio a fin. – Eric Olsen
41. Pyramides – Amalgama
Casa del Puente Discos
A Pyramides no le tembló el pulso a la hora de encarar el sucesor de un debut tan contundente como Vacíos y variables. Consolidado hace rato como referente del post punk local, este proyecto que partió de un puñado de canciones grabadas por Facundo Romeo en la habitación de su casa allá por 2014, sigue dejando constancia de su evolución. Con formación renovada, y para regocijo de los más fundamentalistas, en este segundo larga duración Facundo rescata viejas composiciones y la banda vuelve a apostar por un sonido más crudo. Pero Amalgama también sorprende por su versatilidad: aparte de colaborar con pares y amigues de la escena como Atrás Hay Truenos y los españoles La Plata y El Último Vecino, estos creadores de himnos dark encuentran destellos de luz e incluso exploran la sutileza en plan baladístico. Una búsqueda que instaura en Pyramides otro brillo dentro de su oscuridad. – Marina Cimerilli
40. Tori Amos – Ocean to Ocean
Decca
Un profundo sentido de pérdida y desgano permea la totalidad de Ocean to Ocean, el decimosexto álbum de Tori Amos y su mejor trabajo en al menos dos décadas. Su madre, Mary, falleció en 2019, y el duelo discontinuo que atravesó Tori quedó capturado en un disco que, desafortunadamente, adquirió una resonancia nueva al publicarse en el contexto de un mundo pandémico que debió sepultar, en dos años, a más de cinco millones de personas. “Be like water”, entona Tori en “Metal Water Wood” como lema de resistencia, y quizás por eso el piano ocupa un lugar disminuido en esta fábula náutica, ondulando en las profundidades de la mezcla. El protagonismo sonoro lo tiene su familia, el soporte afectivo que la contuvo a lo largo del proceso. Mark Hawley, marido e ingeniero de Tori, despliega su talento como guitarrista en “Devil’s Bane”, mientras que la hija de ambos, Tash, aporta las armonías inmaculadas de “Addition of Light Divided”, recuperando en un instante la magia de Scarlet’s Walk.
Ocean to Ocean también marca el regreso de la banda estable de Amos, tras una ausencia de once años: Matt Chamberlain propulsa “Swim to New York State” a nuevas alturas; el bajo de Jon Evans sigue a Tori en su primera incursión en el drum ‘n bass (“Spies”); y el arreglista de siempre, John Philip Shenale, conduce una big band en el número final de la escucha, la cabaretera “Birthday Baby”. En ese sentido, Ocean to Ocean funciona como una contracara temática a From the Choirgirl Hotel, el otro disco subacuático y de banda que publicó la arsonista confesa en 1998. Donde Choirgirl trataba sobre una madre duelando la pérdida de su embarazo, Ocean es la elegía de una hija a su mamá. “This year you survived through it all”, le canta Tori a sus oyentes. Ella también, y con creces. – Bartolomé Armentano
39. Floating Points, Pharoah Sanders & The London Symphony Orchestra – Promises
Luaka Bop
Sí, tiempos difíciles requieren danzas furiosas, pero también piden calma y paciencia. En Promises, el productor inglés Floating Points y la leyenda del spiritual jazz Pharoah Sanders dejan de lado sus orígenes diametralmente opuestos para encontrar un lenguaje en común. Acompañados por la Orquesta Sinfónica de Londres, los artistas hacen dialogar a la música electrónica experimental contemporánea con la larga tradición del jazz en una conversación delicada incluso para oídos ajenos a ambos géneros. Promises funciona también como un canto del cisne para Sanders, quien ronda sus ochenta años y no había publicado nuevo material en más de una década. Su maestría con el saxo permanece intacta e incluso siente el impulso de tararear unas tímidas melodías de a ratos durante del disco; pero quizás su presencia más fuerte se encuentre en los momentos de silencio y escucha paciente. – Eric Olsen
38. Lujo Asiático – Ganbare
Casa del Puente Discos
Conservando las melodías gigantes y las atmósferas etéreas que caracterizaron su primer disco homónimo, Lujo Asiático entregó en su segundo álbum una perspectiva más orgánica de su propio sonido. Grabado en una sesión en vivo en los estudios ION y trabajado posteriormente durante un año y medio junto al productor Ariel Schlichter, Ganbare está marcado por un halo ambient, un beat compañero y una luminosidad firme que lo hace tan estimulante como hipnótico. Es, de a ratos, una apología al éxtasis, aceptando todo lo que esta trae consigo: momentos densos, euforia, calma, reflexión, mucho baile. Se trata de un viaje intenso hacia los paisajes internos, ahí donde en medio de la oscuridad se asoma una pista de baile con luces incandescentes. – Loreta Neira Ocampo
37. Medalla Milagrosa – Onda mental
Independiente
Después de Fantasía peligro, aquel debut urgente en el que supieron explotar al máximo el guitarrerío lo fi noventoso y el sonido etéreo del shoegaze, los integrantes de Medalla Milagrosa entendieron por dónde iba el próximo desafío: había llegado el momento de atravesar el manto de reverb y asomarse a la superficie. Con Ignacio Castillo como aliado en la producción, en su segundo larga duración el quinteto da rienda suelta a su versión más preciosista y lúdica, y aunque no prescinde en absoluto de atmósferas sonoras, la balanza se inclina hacia la sensibilidad pop antes que al cuelgue introspectivo. Depurado y a la vez rico en matices, Onda mental posiciona a Medalla Milagrosa como una de las propuestas más minuciosas e interesantes de la escena. – Marina Cimerilli
36. Jungle – Loving in Stereo
Caiola Records
Fieles a su estilo que mezcla electrónica con jazz, funk, soul y disco, en Loving in Stereo el dúo británico Jungle despliega una paleta de sonidos compatibles entre sí, aunque cambiantes entre track y track. Es un disco enérgico y bailable atravesado principalmente por el funk, pero con elementos del hip hop y guitarras jazzeras. En comparación con sus últimos discos, esta propuesta aspira más al pop con un trabajo de melodías muy refinado en las voces, con frases repetitivas y pegadizas en diálogo con el R&B. Las bases electrónicas pop y los sonidos sintetizados acompañan estas catorce canciones movedizas y alegres que reivindican también a la música disco de los ochenta. – Cecilia Bonomo
35. Hipnótica – Mixto
Independiente
Mixto nos presenta un nuevo lado de Hipnótica. En sus nueve canciones encontramos un collage ecléctico de sonidos que van desde el pop y el folclore hasta el hip hop y el R&B. El título del disco hace referencia a la estructura de mixtape que enlaza sus canciones pero también refuerza el concepto de mixtura que los cordobeses Nahuel Barbero y Hernán Ortiz proponen, tomando nuevos riesgos desde lo artístico y atravesando diferentes desafíos sin perder sus raíces y el sonido propio que logró posicionarlos como un proyecto cada vez más importante en la escena nacional. – Euge Chionna
34. Melanie Williams & El Cabloide – Somos 2
Goza Records
A diferencia de Comprensión1, debut de 2019 previo a la actual formación de El Cabloide, el segundo álbum de Melanie Williams pareciera ser el resultado inconsciente de la dualidad que proyecta y encarna esta criatura musical a tiempo completo, también sesionista y beatmaker. Por un lado, su faceta de experimentación en el estudio, con Guli y Mario Breuer como referencias directas; por otro, su identidad como instrumentista diversa y cultora de la música cocinada a fuego lento y en caldo de cultivo colectivo. Lo uno y lo otro juegan todo el tiempo en los ocho tracks de Somos 2, un disco que tiene tanto de laboratorio como de expresión depurada en el vivo, más allá de que haya sido grabado por Williams y un par de secuaces. La sesión de “Intro” publicada en su canal de YouTube antes de la salida del álbum es la síntesis de ese ir y venir permanente. – Juan Manuel Pairone
33. Somontano – San fiesta
Independiente
Desde conocimos a Somontano allá por el 2018 con su EP Niebla sucia, el cantautor y productor peruano ha crecido de forma voraz en la vida y en la música. El resultado de su corta pero intensa experiencia, luego de su EP Unojoalfuturo y varios adelantos, es este primer disco titulado San fiesta. Estas once canciones funcionan como relatos acerca de un proceso evolutivo desde la perspectiva de un centennial que ha tomado el pop como su bandera. Es que se puede oír la voz de Diego Chávez Vizcardo jugando en melodías lentas o rápidas, sea en baladas o en bases de trap y reggaetón. Y si bien hay tropos en común con otros artistas del género, e incluso de referencias, como es el caso de C. Tangana, Rels B y Sen Senra, el limeño ha sabido sincretizar todo lo que ha escuchado con todo lo que ha vivido. Sus letras no llegan a ser explícitas o vulgares, pero sí muy sinceras al contar sus sentimientos más personales acerca de sus vínculos afectivos y cercanos, como también su relación con las redes sociales y el uso del celular. – Zezé Fassmor
32. Zahara – Puta
G.O.Z.Z. Records
Puta es un disco de pop electrónico y oscuro que gira sobre dos temáticas principales: la industria de la música y las maneras en que se percibe a una mujer que decide vivir su sexualidad sin restricciones. Zahara nos presenta un trabajo visceral que toma imágenes religiosas y conceptos bíblicos para contrastarlas con el mundo actual. Aunque puede parecer anacrónica y trillada la confrontación con el imaginario católico en pleno siglo XXI, la artista tuvo intentos de censuras en algunas ciudades durante la gira de presentación del disco. Un obra de arte que consigue llamar la atención de aquellos a los que no está dirigida y mueve los cimientos de su época es una obra a la que hay que atender. – Luciano Billone
31. Wos – Oscuro éxtasis
Doguito Records
En Oscuro éxtasis, Wos realiza un recorrido por todos los sentimientos que nos hacen humanos. Su segundo álbum es una búsqueda de experimentación sonora muy amplia, que pasa desde densos colchones de sintetizadores que armonizan sus rimas, como también los riffs de guitarra que le brindan una sonoridad contundentemente rockera, mezclando lo vintage con lo moderno. Por otro lado, su poesía hace que esa atmósfera llame a pensar en las diversas emociones que atravesamos día a día, desde el éxtasis al vértigo, del heroísmo a la cobardía, e incluso desde lo eterno a lo fugaz. Todas estas expresiones nos sumergen en un plano que nos da la posibilidad de repensar el mundo en el que vivimos. – Ariel Andreoli
30. Pablo Malaurie – La cabaña destrozada
Independiente
¿Cuáles son los efectos del tiempo en una carrera musical que aspira a la trascendencia? Tras ocho largos años desde su último disco, Pablo Malaurie regresó con una secuela simbólica de su hoy clásico El beat de la cuestión (2013). La cabaña destrozada retoma donde el trovador argentino había dejado su inquietud por los beats esqueléticos y las infinitas posibilidades de un sintetizador. A lo largo de sus ocho canciones, Malaurie se cuestiona sobre las posibles formas de encontrar libertad en una actualidad que parece marcada por algoritmos, redes sociales, climas sociales apocalípticos y las modas pasajeras de la industria musical. Canciones como “Viniste” y “Enfriamiento global” señalan que la respuesta puede estar en los flechazos amorosos que resisten el olvido. – Eric Olsen
29. normA – Cro9uis
TOT Records / G13 Discos
Tal vez nunca haya sido tan necesario un nuevo disco de normA. Ante la monotonía exasperante del presente y la repetición paliativa del pasado, el cuarteto platense contrapone su música de ángulos rectos, reducción lírica y formas libres y quebradizas. Las apariciones de Fito Páez y Sergio Rotman apuntalan el concepto: normA toma las decisiones que muchos quisieran tomar, pero ya no se animan. De la mitología de la capital provincial en la autoafirmativa “D78” (“No somos alguien, no hay colorido, donde esté la fama no es nuestro destino”) a la lisergia terrorífica de “Viktor”, y del country suburbano de “Metropolice” al impresionismo eléctrico de “Surremo” y la saeta profana “Citrix”, estos nueve croquis comprenden todo el abanico temático y tímbrico de la discografía del grupo (que tras el notable Siguiente, parecía para siempre desactivado) y lo proyectan a un futuro imprevisible y deforme, ajeno a toda norma. – Luciano Lahiteau
28. La Piba Berreta – Golpe de (m)suerte
Deseo Discos
¿En qué se relacionan los conceptos de muerte y suerte además de su semejanza lingüística? En su debut solista, la cantante de Lxs Rusxs Hijxs de Putx no se preocupa en revelar la respuesta de enigmas metafísicos, pero sí en manifestar su escepticismo ante cualquier ilusión concluyente que despida un rayo de luz para erguir las ruinas del mundo triste que habitamos. La Piba Berreta evidencia la destreza e ingenio de su proyecto solista combinando poesía, performance y cine en un trabajo discográfico tan radical como saturado. A lo largo de sus diez canciones, Golpe de (m)suerte hace eco del ademán impetuoso de la artista originaria de Zárate arremetiendo con una vorágine de reflexiones en donde desahoga sus penas aullando como una loba, arroja versos en clave de bombas molotov como una guerrera y, desde luego, se eleva al lado oscuro del cielo como un emblema de la autogestión. – Juampa Barbero
27. Camila Moreno – Rey
Independiente
Incluso cuando Camila Moreno hable de Rey como un álbum distópico, hay una urgente relevancia en su obra de aparente ciencia ficción. El seguidor de Mala madre (2015) es un disco monumental de 20 canciones comprendido de interludios conceptuales y grandes producciones de experimentación electrónica y confrontación pop. El álbum sigue la historia de amor de dos seres cyborg que, en las ruinas de un mundo pos apocalíptico, luchan por una revolución en una búsqueda que se cuestiona sobre tópicos como el placer, la maternidad y la posibilidad de un futuro incluso cuando todo parece estar prendido fuego. Con esta obra única en su especie, Moreno confirma su posición como una de las artistas más ambiciosas del pop chileno. – Eric Olsen
26. Willy Fishman – ¡Guachi guau!
Indie Folks
¡Guachi guau! de Willy Fishman es una gran noticia para el indie local. La frescura que se necesitaba en el ambiente viene de la mano del integrante de Gativideo, ahora también devenido en solista. Intentar encasillar en algún género a este álbum es tarea imposible. Lo que sí diremos es que el disco de Willy está lleno de loops atemporales, armoniosamente colocados uno encima de otros, y que en el trasfondo, como pasa en Gativideo, el humor bizarro y crítico hacia nuestra generación se hace presente (no olvidar los ribetes Capusotteanos de estos buenos muchachos). A pesar de la atemporalidad de los loops, la voz del ecléctico Willy fija un tiempo y un espacio: Buenos Aires, 2021; y una tonalidad de tanguero moderno que ya es marca de esta época porteña. – Juan Gabriel López
25. Luciana Tagliapietra – Nueva forma
Independiente
Después del capricho dulce e irreverente de su disco anterior Kawaii, Luciana Tagliapietra volvió con Nueva forma. No es solamente un nombre, sino también una propuesta vital. ¿Cómo es el mundo para ella en estos momentos? A veces siente que va a morir, otras quiere dejar de amar sin encuentros prósperos y en esa búsqueda se presenta la gema esperada: la voz de la heroína melancólica que quiere seguir apostando a la novedad. Durante media hora, un tiempo para caminar o viajar en transporte público, Tagliapietra recorre estadíos amorosos con la destreza synth pop que la caracteriza. Ya no es más la que se pierde al fondo de un deseo como cantaba en “Si las cosas”, sino alguien que quiere hacer(se) bien. – Vera Buendía
24. Dry Cleaning – New Long Leg
4AD
Ubicados en el extenso y diverso universo del post punk, el cuarteto liderado por la cantante Florence Shaw se presenta como una fuerza arrasadora desde la primera canción de su disco debut. Haciendo pie en el legado eterno que dejaron artistas como Joy Division, Bauhaus y Siouxsie and the Banshees, los favoritos del cantante de Suede Brett Anderson utilizan para la construcción de sus canciones un fortuito equilibrio entre oscuridad y potencia. En un presente en donde Gran Bretaña dejó de ser la novedad a partir de la globalización cultural que solo tiende a generar slogans y artistas ajenos a la vanguardia y el riesgo artístico, el disco de los londinenses Dry Cleaning resulta una buena apuesta para reconectar con música que muestra pelea contra la decadencia y el olvido. – Bernardo Diman Menéndez
23. Palo Pandolfo – Siervo
S-Music
Dejar uno de tus mejores trabajos antes de morir debe ser una de las metas (¿una utopía?) más difíciles en el camino de un artista. El teórico literario Edward Said lo llamó “el estilo tardío”. Palo Pandolfo, entonces, lo logró con Siervo. Por su contundencia sonora, su lírica profunda y exquisita, el posicionamiento de su voz a punto caramelo en las canciones y un aura de estar llegando a un lugar (simbólico y celestial) al que cuesta toda una vida acercarse. ¿Tenía la seguridad de que se iba a morir pronto? Imposible saberlo. Lo que sí es cierto es que con Siervo, Palo conquistó un nivel de pureza extraordinaria en sus materiales: trovador, chamán, sabio. El mejor tema del disco quizás sea “Párpados”, una colaboración con Fito Páez. Ahí dice: “Voy al polvo/ Sueño con los párpados abiertos/ Manos dolidas, almas sin consuelo/ Vengo de andar caminos polvorientos”. Imposible que los humanos vean el futuro. En cambio, las canciones sí pueden lograrlo. Siervo de Palo Pandolfo: uno de los mejores discos nacionales del 2021, una fecha inolvidable por todas las razones incorrectas. – Walter Lezcano
22. Peces Raros – Dogma
Gonna Go! Discos
Durante el período más estricto de la pandemia, Peces Raros optó por reprimir la presura y abocarse de lleno a la producción de Dogma. Sin embargo, el contundente llamado del silencio fue fragmentario, ya que el dúo deleitó a sus seguidores con dos canciones inéditas que sacaron por separado: “Rápido y seguro” de Lucio Consolo y “Olas de vapor” de Marco Viera; seguidas por un EP titulado Vendaval (2020) conformado por cuatro remixes de Anestesia (2018). “Cicuta”, primer adelanto y apertura del repertorio, salió a la luz junto a un video con imágenes alusivas a la metamorfosis: una enorme pintada que dice “Futuro”, danza urbana y fosforescencia al estilo Spring Breakers.
Dogma ramifica la óptica del grupo al aglutinar chispazos de su techno con el nervio rockero que mantuvieron siempre en paralelo a lo largo de la pista. Desde los poderosos riffs de guitarra hasta la poética ambigua versificada en una decena de canciones, podemos asegurar que, además de impulsar el baile mediante una secuencia hipnótica de arpegiadores, desnaturalizarlo también forma parte de la esencia de Peces Raros. El cuarto disco de la dupla platense deconstruye la electrónica para virar en torno a la desembocadura de los ríos subyacentes que configuran su idiosincrasia experimental. – Juampa Barbero
21. Girl in Red – If I Could Make It Go Quiet
World in Red / AWAL
Con apenas unos singles publicados, Girl in Red se volvió una de las voces más representativas de la Generación Z. Pero a finales de 2020 y comienzos de 2021, la artista noruega Marie Ulven Ringheim estrenó los primeros adelantos de su primer disco que evidenciaban la madurez de su proyecto con una escucha ponderada. If I Could Make It Go Quiet no solo marca un antes y un después en su carrera, sino que es también su consagración apremiante. Desde el ritmo galopante de “Did You Come?” hasta el cierre instrumental de “It Would Feel Like This”, contemplamos la épica emocional de la puja por legitimar la identidad y revalidar el empoderamiento del lema “Lo personal es político”. – Juampa Barbero
20. Coghlan – Bossa Buenos Aires
Yolanda Discos
Bossa Buenos Aires es la entrega más reciente, y quizás la más prolija a la fecha, de la nueva escena local que, por más atomizada que todavía se encuentre, está comenzando a delinearse alrededor de la híper-canción argentina, donde lo nítidamente tecnológico convive con lo decididamente humano. A lo largo de sus 10 canciones, Coghlan presenta un muestrario donde intersectan ejercicios de estilo perfectamente ejecutados de varias de las corrientes estilísticas predominantes de los 2010s. “Sintiendo todos estos ríos de ser corriendo tan fuerte dentro mío”, llega a decir el artista en un punto temprano de la escucha. Si su primer disco de 2017, Bolero Midi, era netamente Panda Bear, esto es su Post de Björk; no solo lo posterior al debut sino lo posterior al género, sin que eso jamás vaya en desmedro de la cohesión. – Bartolomé Armentano
19. Japanese Breakfast – Jubilee
Dead Oceans
Michelle Zauner nos guía por un camino en el que la felicidad no siempre suena igual y no todo es flores y colores como siempre la imaginamos. En sus canciones no solo sentimos euforia por lograr lo que queremos, libertad de ser quienes queremos ser, y pasión detrás de trompetas y tambores de marcha, sino que también experimentamos tristeza, ira y frustración. Y eso no está mal, en la alegría siempre se encuentra la misma intensidad que en la soledad o la tristeza. Dentro de cada momento íntimo en el que somos realmente nosotros, no nos importa nada más, solo sentir y dejar ser. La verdadera felicidad se encuentra en todas esas sensaciones, en lo bueno, lo malo y lo que nos hace querer desistir o seguir, eso es lo que se siente vivir y podemos pasar por todo eso en Jubilee. – Adriana González Olivo
18. Tyler, the Creator – Call Me If You Get Lost
Columbia
¿Qué más decir de un artista como Tyler, the Creator? Consagrado desde hace unos años como uno de los mejores músicos de nuestra era, Tyler alcanza nuevas alturas de la mano de un trabajo fino, directo y muy difícil de mejorar. Enemigo de la linealidad y militante anti-convencionalista, Tyler Gregor Oknoma logró condensar y elevar a la potencia todos los sonidos y conceptos de sus discos previos; Call Me If You Get Lost funciona (una vez más) como un festival de creatividad y precisión sonora en el que se entremezclan el jazz, el soul, el synth pop, el reggae, el góspel y el R&B. Pero tal vez lo más radical –y brillante– de esta combinación sea la capacidad del norteamericano para combinar a la perfección una paleta sonora tan ecléctica con el sonido más crudo, doloroso y agresivo del hip hop de los años ochenta. – Rodrigo López
17. Santiago Motorizado – Canciones sobre una casa, cuatro amigos y un perro
Independiente
¿Quién hubiera pensado, en los comienzos de El Mató a un Policía Motorizado, que Santiago Barrionuevo se convertiría en uno de los cantautores más respetados del país (y de Iberoamérica toda) casi dos décadas después? Surgido como un proyecto vinculado a la reedición y remasterización de Okupas, el álbum debut del bajista y cantante del grupo platense es una confirmación de esa sentencia. Invitado a rediseñar la banda sonora de la miniserie de Bruno Stagnaro, Barrionuevo se lanzó al vacío. Además de su acostumbrada canción/himno de cancha en clave de rock espacial, también exploró la cumbia, la zamba y su costado más cinematográfico. Las participaciones de Jorge Serrano, Melingo, Anabella Cartolano y Vicentico dan cuenta del respeto y la admiración que genera entre sus colegas. Este disco y su colaboración con Palo Pandolfo lo convierten en una de las grandes figuras de la música argentina de 2021. – Juan Manuel Pairone
16. Olivia Rodrigo – Sour
Geffen
Olivia Rodrigo logró posicionarse como una de las artistas más prometedoras de la actualidad. Sour, su disco debut, está compuesto por hits que casi un año más tarde siguen en los charts de todo el mundo, canciones escritas cuanto tenía entre 16 y 17 años y que ya se convirtieron en himnos para toda una generación. La joven cantante cuenta a lo largo de su álbum cómo una relación pasada le rompió el corazón y es imposible no sentirse identificado con sus letras cuyas metáforas simples y directas van directo a nuestros corazones. Rodrigo trajo de nuevo un sonido pop punk y al mismo tiempo lo combinó con baladas pop que se unifican a la perfección dentro del LP completo. Hay una razón por la cual este fue uno de los 10 disco más vendidos, reproducidos y premiados del año: Olivia Rodrigo llegó para quedarse. – Euge Chionna
15. Axel Fiks – Amante moderno
Independiente
La música de Axel Fiks duele por la pérdida. El folk raído que el cantante y compositor porteño hace es esquelético en el sentido más literal: ausente de carne, solo intermitentemente animado, íntimo y sobrio por necesidad más que por elección. Su álbum debut transmite el dolor hueco de estar solo a la vez que indaga en las problemáticas que acarrea el vincularse en la actualidad; la forma en que la pérdida de una relación consume el propio ser.
A pesar de todas sus exclamaciones románticas, de las que hay muchas, Amante moderno no es un cambio radical o un recauchutado de una iteración pasada del músico. La progresión es simple pero significativa: en contraste con el sonido demo de Idilio (2018) y de sus singles posteriores, Fiks suena esta vez totalmente a gusto. Después de unos años resolviendo los nudos de su música, sin mencionar un año de aislamiento forzado y fechas canceladas, emerge en este disco de una forma más descarada y extravagante. – Ariel Duarte
14. Billie Eilish – Happier Than Ever
Darkroom / Interscope
El rostro cándido e iluminado de Billie Eilish, con su pelo rubio y un look de los años cincuenta, confronta la apariencia de hija de Lucifer que lloraba lágrimas negras y portaba alas de gárgola. Muchos creerían que estamos ante dos discos visualmente opuestos, pero las primeras apariencias suelen engañar. Si bien las comparaciones pueden ser odiosas, a veces suscitan una interpretación subterránea que permanece velada a la ceguera provisional del momento. Una escucha menos superficial de Happier Than Ever, el segundo álbum de la artista pop norteamericana, revela cuál es verdaderamente el disco más oscuro, a pesar de que su noción se desdibuje en una primera impresión contraria.
A lo largo de dieciséis canciones, Eilish esclarece la ironía del título de su disco con una destreza poética que por momentos concierne a la individualidad de una súper estrella pop, y por otros despliega una denuncia universal que cualquier alma sensible puede convalidar. Gracias al ingenio de su fiel colaborador, productor y hermano, Finneas O’Connell, Happier Than Ever coquetea con un amplio abanico de géneros como el R&B, el soul, el jazz y el techno, confirmando la madurez y evolución integral del proyecto familiar durante casi una hora de pura reverberancia emocional. – Juampa Barbero
13. Nick Cave & Warren Ellis – Carnage
Goliath
Tuvo que llegar una pandemia para que a Nick Cave y su indiscutible mano derecha, el compositor y multiinstrumentista Warren Ellis, se les ocurriera firmar juntos un disco de canciones. Claro que en el medio están los que editaron con los Bad Seeds, más un buen puñado de bandas sonoras para películas. Pero los ocho tracks que componen Carnage, grabado en pleno confinamiento y publicado sin previo aviso a fines de febrero, no responden a ningún otro capricho creativo más que al de sus propios artífices. Y el resultado es bastante más que una respuesta lógica ante el hastío del encierro o la imposibilidad de salir de gira: es una forma de narrar la distopía.
Familiarizado con la mecánica del duelo tras la muerte de su hijo Arthur en 2015 (tragedia que impregnó su arte desde entonces, y que exorcizó de manera sublime en Ghosteen), y fiel a sus mañas de exadicto a la heroína, Cave encontró en el autoaislamiento un sentimiento conocido. Algo a lo que definió como “una versión ordenada por el estado de más de lo mismo”. Así le confesó a un fan en Red Hand Files, web epistolar donde mantiene un fluido intercambio con sus seguidores, y en la conferencia de prensa que dio durante su última visita a la Argentina fue incluso más lejos: “es tan rutinario como lo de un oficinista”, aseguró, en relación a su proceso creativo. Así y todo, lo suyo es inagotable. A esta altura de su carrera y con 63 años, ahí donde otros luchan por no convertirse en un cliché, Nick Cave sigue entregando discos sobresalientes. – Marina Cimerilli
12. Balvanera – Courses of Action
DKA
Inspirades por la artista visual Liliana Maresca y el filósofo Walter Benjamin, el dúo de EBM (Electronic Body Music) Balvanera nos da una colección de música para bailar en un cuarto oscuro. Courses of Action cuestiona la manera en la que el cuerpo puede explorar el pasado a partir de distintas reflexiones y conexiones propias, y cómo la mente puede traicionar lo que conocemos como algo familiar, tal vez demasiado familiar. Agustina Vizcarra contiene una voz gótica y oculta, que rara vez entra en el campo melódico, y construye mantras a través del arte de la repetición. Junto con Lucas Ledoux, su música llega hacia lo más primal del ritmo sintetizado para que el oyente pueda comprender, en un breve momento de lucidez, cuánto este afecta su vida diaria: lo personal y lo político cuestionado a través de pulsos y vibraciones. – Rodrigo Murguia
11. Ca7riel – El disko
Clix
Es septiembre del 2020 y estamos todos encerrados en nuestras casas. Ca7riel parece estar atrapado también, pero en una pesadilla con una libélula: acaba de publicar “Polvo”, el puntapié inicial de lo que un año después va a ser El disko. Un universo sonoro lleno de flúor se nos acaba de abrir. Ese primer corte sintetiza mucho del espíritu que tiene el álbum. Existen en esas once canciones un nivel de performatividad que no solo permiten oír todos los géneros que logra combinar Ca7riel; ahora también es posible verlo a él, atravesando con ropa animal print, las uñas pintadas y dientes metálicos los mundos donde conviven el tono lascivo de “Chanel Maconha” con la melancolía de “Souvenir”. Líricas con sensibilidad sincera, que entienden que la rima es un objetivo en sí mismo pero transparentan un sentir contemporáneo: “Tengo tantas cosas que vivir/ Que hoy no puedo quedarme a dormir”.
Sí, El disko comienza sampleando Virus y The Beatles. Pero es mucho más que un homenaje; es un manifiesto sobre la versatilidad de las posibilidades compositivas de Ca7riel. Jazz, rap, techno, funk, pop, rock, trap, reggaetón: se queda sin deudas. Con 28 años y más de cuarenta canciones entre todos sus proyectos, ya es capaz de nuclear la diversidad de influencias de toda una generación que rompe cualquier encasillamiento. – Fernado Brovelli
10. Lana Del Rey – Chemtrails Over the Country Club / Blue Banisters
Polydor / Interscope
Lo verdaderamente admirable de Lana Del Rey es que hace lo que se le canta y encima cada vez canta mejor. Este año se dio el gusto de publicar no uno sino dos discos muy sólidos para añadir a una carrera que no para de ir de menor a mayor. En Chemtrails Over the Country Club -editado en marzo- y Blue Banisters -en octubre-, Lana continua afinando su voz, tan exquisita y versátil que no tiene reparos en pasar de un falsete conmovedor a hacer berrinches (“Dealer”) o gritar con distorsión hasta sonar como una armónica (“Living Leyend”). Y esto gracias a su estilo libre y poco convencional como letrista, que le permite experimentar con melodías vocales inusuales rompiendo con la aparente simpleza y minimalismo musical en el que predominan las baladas al piano. Letras que además de tener un gran poder evocativo para imprimir imágenes llenas de detalles, flores, colores y días campestres, tienen un grosor emocional capaz de destruir cualquier alma con problemas del corazón.
La nostalgia, el glamour decadente de Los Ángeles y esos amantes tan trágicos como oscuros siguen a la orden del día. Lo que hace Lana Del Rey produce infinidad de sensaciones, muchas difíciles de describir. Sin dudas se puede afirmar que se ha convertido en una de las voces más destacadas de su generación. – Nayla Loza
09. Fus Delei – Dímelo
Afonico Music
Si el flamante sucesor de Ideas para un mundo imaginario fuera una obra arquitectónica, sería una con laberintos barrocos, pasadizos secretos y túneles subterráneos. En la mixtura de atmósferas y energías disímiles, las canciones de Fus Delei narran desde un punto híbrido de incandescencia y de nocturnidad. Tan directo como su nombre lo indica, Dímelo reflexiona acerca del autorreconocimiento a través de canciones que cuestionan las desigualdades de las leyes establecidas por la heteronormatividad y la masculinidad hegemónica.
Hay algunos momentos sofocantes y poderosas de la talla de “Algo de todo”, “Chupasangre”, “Fénix” y, por supuesto, el himno disidente “Adopté”; como también otros en los que la banda de metal pop despide rayos luminosos para descargar con sutileza todas sus emociones enredadas: “Atlántida hundida”, “Cabeza” y “Grito en la oscuridad”. El segundo álbum del grupo platense se sirve de las crestas y altibajos producidos por sintetizadores envolventes, percusiones incendiarias, arpegios, y una vocalización histriónica por parte de Desaria, para suscitar una pista de baile con una ventana abierta que da al edén. – Juampa Barbero
08. Sen Senra – Corazón cromado
Sonido Muchacho / Universal
Si con C. Tangana entendimos que este año tuvo buen puerto del otro lado del océano, con Sen Senra nos dimos cuenta que también había agua si nadábamos un poco más allá. Este gallego abrió su paso en la escena musical con dos discos de grunge en inglés que hizo muy de chico en su Vigo natal. Luego presentó su tercer trabajo, Sensaciones, donde por primera vez exploraba el pop y trap en español. Y ahora, con 27 años, este 2021 nos trajo Corazón cromado, un proyecto hermosamente producido que no se queda solo en eso, sino que brilla desde adentro abriéndose entre lo sensual y lo callejero.
Mezcla de fanfarroneo y melancolía, en siete temas nos cuenta qué hace de sus noches en Madrid, de sus romances y de cómo lidia con la fama. Canciones como “Tumbado en el jardín viendo atardecer” se sienten como fragmentos de una película que reposan entre sueños y ecos. La suma del disco suena sublime, como diría una de sus canciones. Y cómo será que todo el mundo se dio cuenta, si hasta el mismísimo madrileño estrella le dio su bendición (y su voz) en la muy bailable “Qué facilidad”. – Magy Meyerhoff
07. Fransia – Mundo virtual
Queruza
Mundo virtual equilibra de manera perfecta la sensualidad y hedonismo del synth pop con la narrativa poética que hizo noble al mundo de las canciones pop. En un juego entre confesional y nostálgico, el dúo conformado por Francisca Moreno Quintana e Ignacio Albini le imprime la belleza y elegancia necesaria para hacer de cada canción un universo bailable y luminoso, en donde el mensaje pareciera ser que aún hoy es posible tomar a la pista de baile como un lugar de esparcimiento y creatividad artística al mismo tiempo.
En un presente en donde gran parte de la música bailable olvidó los silencios y la importancia de las programaciones orgánicas, el debut de Fransia muestra un camino de cómo la novedad puede estar en saber contar el mejor legado que nos dejó la historia de la cultura pop. Publicado en mayo de este año, Amor virtual da fe de que una nueva canción moderna latinoamericana aún es posible. – Bernardo Diman Menéndez
06. Paco Amoroso – Saeta
Clix
La reinvención solista de Paco Amoroso convergió en una oda a la noche y a las relaciones interpersonales que terminan un poco accidentadas. En sus diez canciones, Saeta narra las aventuras nocturnas de Ulises Guerreiro, ahora transformado en el “ángel de la noche”, mientras en el derrotero se hace de nuevas ilusiones y otras tantas desilusiones.
A diferencia de su trabajo con Ca7riel, en esta ocasión el artista se anima a cantar en serio y en clave melódica, algo que le queda bastante cómodo. A su vez, lo acompañan beats electrónicos que configuran un house denso pero bailable y que dotan al disco como una pieza claramente festiva sin perder su sensualidad. A pesar de seguir una línea sonora definida, el álbum se las ingenia para esconder algunas sorpresas gracias al trabajo de producción que estuvo a cargo de productores de la escena local como Percii, Bruno Donato, Maxi Sayes, Tadefonk, Alot y Neeki. En ese sentido, Saeta no solo es su disco debut sino también una apuesta más grande en el que no dudó en incorporar en él a otros artistas y amigos como Lara91k, Tio La Bomba, El Doctor y Adrián Dárgelos en la hipnótica “Switch”. Con Saeta, Paco se encontró y demostró que puede solo. – Lucas Santomero
05. Arca – KICK ii / KicK iii / kick iiii / kiCK iiiii
XL
¿Qué otrx artistx de la actualidad es capaz de publicar cuatro excelentes discos en un mismo día? Así es cómo Arca decidió vomitar los tomos finales de su ambiciosa serie de Kicks basada en la incesante transformación como hilo conceptual y principal inspiración. Aún así, nada se siente descartable en KICK ii, KicK iii, kick iiii y kiCK iiiii. Incluso los momentos de más libre catarsis suman a una atmósfera de introspección catártica y experimentación constante. Es por eso que estas cuatro piezas se sienten más como seguidoras simbólicas del excelente disco homónimo que la artista venezolana publicó en 2017, y menos como las subsiguientes partes del caótico y bochornoso KiCk i de 2020. Sí, tanto sus videos como la logística de sus lanzamientos hicieron ruido y lograron generar una expectativa merecedora, pero estos álbumes nos muestran una sensibilidad y puntería que Arca había descuidado en sus últimos cinco años de carrera. – Eric Olsen
04. Amigovio – Amigovio
Feel de agua
Flavio Lira siempre fue un anti. Ya en Carmen Sandiego, la banda que cofundó y lideró durante más de diez años hasta su separación en 2019, era el autor de canciones irreverentes y muy gráficas pero con una cuidada selección de palabras (difícil pasar por alto un título como “Eructo de semen”, sin embargo el cofre de canciones firmadas por él vale la pena una noche de descubrimientos en Bandcamp). Pero en Amigovio, alter ego solista que surgió en 2018, hay un giro dark y bailable a la vez, como el meme de las casas negra y rosa.
Abrazado a los sintetizadores, Lira firma desde Montevideo más que un álbum de desamor, un álbum de desencanto. Si todos nos angustiamos bailando “Dancing On My Own” en algún momento de nuestras vidas, acá está “Los dos Colbys” con un tono más lumpen entre estrellas porno, “El nadador” y su poder de observación, la irónica “Putos tristes” y la tierna “En la bicicleta”. La portada (que incluye una meta-poratda con una remera de True Blue de Madonna) es un claro guiño a Butt, la revista holandesa que se hizo conocida entre la comunidad gay a comienzos de los 2000 y cuyas hojas eran todas rosas, entre fotos de chongos y entrevistas sin filtro. Una época en la que ni las marcas ni los pakis habían llegado al Orgullo. Pareciera que todo lo que le gusta a Lira no existe más y en el debut de Amigovio trata de reconstruirlo, ofreciendo un último refugio para aquellxs que eligen caminar por el lado oscuro del pop. – Rodrigo Piedra
03. Arlo Parks – Collapsed in Sunbeams
Transgressive
En medio del caos y la incertidumbre que caracterizó a este año, una brisa fresca y necesaria llegó de la mano del primer LP de Arlo Parks. Y no es que se trate de una obra con un optimismo recalcitrante o una actitud especialmente motivacional, tampoco de un trabajo musical revolucionario que haya expuesto nuevos códigos o formas de la canción.
Lo que encanta de este debut discográfico -y lo que ha llevado a la artista londinense a ser una referente de la llamada Generación Z- es su capacidad para plasmar la confusión de estos tiempos con honestidad, empatía y sin miedo, a través de canciones en las que la poesía testimonial es clave y la música, una rica y dulce combinación de pop, soul y folk, solo hace la experiencia más enriquecedora, elevadora y apta para todo público. Así, y exhibiendo un amor por la cultura pop, Parks dejó una suave intensidad en el aire, tal vez el abrazo a la vulnerabilidad que estábamos necesitando. – Loreta Neira Ocampo
02. Dillom – Post mortem
Bohemian Groove
“Yo no hablo de mi vida, esa mierda es muy triste”, canta Dillom en el réquiem que da nombre a su álbum debut. Publicado por su sello Bohemian Groove, Post mortem es a la vez una declaración de principios y un relato esquizofrénico para el rapero argentino. Bajo este pretexto, el enfant terrible de la Rip Gang arremete contra la diégesis tradicional del trap concentrando delirios pesadillescos y fragmentos biográficos en un espejo convexo que deforma la discernibilidad de su retrato.
Con canciones como “Opa”, “Piso 13” y “Post mortem”, Dillom evidencia su inclinación por la ficción empapado de sangre y sediento de destrucción. Mientras que en “La primera”, “Bicicleta” y “220” abandona el slayer para desdoblar su elocuencia con barras conmovedoras, existencialistas y melodiosas. Lejos está de ser un disco de trap, más bien se trata de una obra conceptual en donde el cantante veinteañero atraviesa meditabundo por diversos paisajes polarizados que mimetizan las cualidades sonoras de L-Gante, Muerejoven y Saramalacara. Post Mortem ofrece un repertorio ecléctico e inclasificable, dieciocho piezas que proyectan un desfile fantasmagórico, tan lúgubre como jubiloso, que marcha a paso firme durante el ocaso hacia una fiesta de cumpleaños inolvidable. – Juampa Barbero
01. C. Tangana – El madrileño
Sony Music
Desde el comienzo de su carrera, Antón Álvarez Alfaro desarrolló diferentes alter egos y cambió de piel muchas veces. Si bien empezó rapeando bajo el apodo de El Crema mientras aún era estudiante de la carrera de filosofía, cuando emprendió su carrera en solitario como C. Tangana su estilo siguió mutando y se acercó al sonido “comercial” del reguetón y el trap que plasmó en sus dos primeros álbumes. Sin embargo, el músico español decidió pegar un volantazo durante estos meses de pandemia y gestar una obra totalmente heterogénea y mestiza titulada El madrileño, creada junto a su productor de cabecera Alizzz.
En su tercer álbum, Tangana apuesta por un sonido acústico con guitarras criollas, coros y toda clase de instrumentación latina, razón por la cual más de uno se ha animado a acusarlo de “apropiador cultural”. Pero lejos de copiar de manera burda ritmos de otros países, el artista construye su propia torre de Babel y le rinde homenaje a la riqueza musical de esos lugares al invitar a una constelación de estrellas de diferentes generaciones como el puertorriqueño José Feliciano, el uruguayo Jorge Drexler, el mexicano Ed Maverick, el brasileño Toquinho y los franceses de Gipsy Kings. El madrileño es también el reflejo de la afinidad que el músico de 30 años tiene con pares de otras latitudes. Por ejemplo, según él mismo contó ante la prensa, “Nominao” es una canción que escribió junto a Drexler durante los Latin Grammys de 2020 mientras esperaban saber si el montevideano se iba a llevar una estatuilla esa noche.
Por eso no es nada extraño que el disco comience con “Demasiadas mujeres“, su hit instantáneo en clave de techno house, y que luego pase como si nada a la mezcla de bachata, rumba y flamenco que propone en “Tú me dejaste de querer” -tema que él mismo ha definido como el más importante de su trayectoria hasta la fecha-, y luego al bossa nova irresistible con tintes de R&B en “Comerte entera“… y así con casi cada canción de este material. A nivel conceptual, El madrileño se explaya sobre diferentes actitudes propias de la masculinidad tóxica que Antón reconoce que le ha sido inculcada desde muy temprana edad. Uno de los tracks que más transparenta eso es “Cambia!“, donde canta: “Crecí pensando que solo el billete me daría mi respeto/ Que un hombre que no tiene pa gastar/ No es un hombre, solo un muñeco/ Que siempre te van a sobrar amigos, y ni se diga mujeres cuando abundan los diamantes/ Hoy que brilla más mi cuello que Las Vegas/ Me piden que cambie”.
Si bien muchos han interpretado estas canciones como una especie de defensa a los valores machistas, Tangana deja en claro que, lejos de glorificar estas tendencias, las reconoce como un problema que lo conduce a la autodestrucción y no pretende quedar siempre bien parado. Esta temática vuelve a aparecer en “Un veneno”, donde canta: “Esta ambición desmedida/Por las mujeres, la pasta y los focos/Me está quitando la vida/Muy poquito a poquito a poco”. En ese sentido, se trata de una obra que problematiza una vida llena de lujos y placeres del mismo modo que lo hizo The Weeknd con su aclamado Beauty Behind the Madness (2015).
Asimismo, el ejercicio de revisión de la tradición de la música tradicional española y su fascinación por las historias trágicas que realiza Tangana en este álbum se asemeja a lo que hizo en su momento el escritor Federico García Lorca con su mítico poemario Romancero gitano, y lo que logró hace pocos años su expareja Rosalía en El mal querer con el flamenco. El madrileño es un disco con vocación de trascendencia que no busca el éxito radial con una fórmula predecible, sino que tiene ambiciones rupturistas que, por fortuna, son concretadas con astucia.
Más allá del mérito musical de esta obra, lo que finalmente la hace tan atractiva y original en un momento de la historia en el que parece que ya lo hemos escuchado todo, es la sencillez que tiene Tangana para expresar sus emociones. Su franqueza a menudo roza el descaro, y otras veces la ingenuidad, pero siempre tiene la potencia suficiente para no dejarnos indiferentes. – Lau Camargo